Durante el siglo IV antes del Cristo, China se encontraba en el período "Estados de Guerra". En esa época coexistían muchos estados pequeños, desgastados por batallas reiteradas.
Fue entonces cuando un general chino se vio obligado a librar una batalla contra su rival del reinado de Wei.
Cuenta la historia que el General Sun contaba con muchos menos hombres que su enemigo, lo cual hacía prever una derrota segura. Sun, a sabiendas de la fuerte creencia de sus soldados en la fuerza del Tao, decidió consultar al "Sabio de las Montañas del Oriente"
Al llegar, Sun lo saludo con una gran deferencia diciendo:
- Gran Maestro, tú que todo lo sabes y que el cielo y la tierra te escuchan, te ruego humildemente que me des tu consejo por la batalla que estoy a punto de entablar. También solicito que realices rituales para que el Tao nos favorezca, ya que el ejército enemigo es en verdad muy numeroso.
El sabio, se quedó en silencio unos instantes, meditó y le dijo al General Sun:
- General, toma esta sección de bambú. En su interior hay dos pequeños trozos de seda, una es de color rojo y la otra azul.
Cuando estés a punto de atacar, saca una de ellas y si sale la roja, indicará la victoria segura. Por el contrario, si sale la azul; mantente calmo, mas no enfrentes a tu adversario.
El General Sun volvió al campo de batalla y le pidió a sus tenientes que comunicaran la profecía a sus soldados, advirtiendo que pronto atacarían.
Llegado el momento, y tal como había sugerido el Sabio, el general sacó de la sección de bambú la tela roja, lo cual confirmó la victoria sobre el adversario.
Volviéndose sobre sus tropas dijo:
- El anciano sabio nos reveló el destino y éste es de victoria, el Tao está con nosotros!
Los soldados estaban confiados y a pesar de la diferencia numérica, atacaron con fuerza arrolladora al enemigo hasta conseguir la victoria.
Cuando todo hubo terminado, el gran General Sun recibió a los líderes de tropas. Uno de ellos dijo:
- En verdad el Sabio de la Montaña tenía razón, la suerte y el destino nos favoreció. Nadie cambia lo que destinado está.
- Es verdad -dijo el General Sun- mientras sacaba la seda del otro extremo del bambu, confirmando lo que él sospechaba: ambas eran rojas.
Fue entonces cuando un general chino se vio obligado a librar una batalla contra su rival del reinado de Wei.
Cuenta la historia que el General Sun contaba con muchos menos hombres que su enemigo, lo cual hacía prever una derrota segura. Sun, a sabiendas de la fuerte creencia de sus soldados en la fuerza del Tao, decidió consultar al "Sabio de las Montañas del Oriente"
Al llegar, Sun lo saludo con una gran deferencia diciendo:
- Gran Maestro, tú que todo lo sabes y que el cielo y la tierra te escuchan, te ruego humildemente que me des tu consejo por la batalla que estoy a punto de entablar. También solicito que realices rituales para que el Tao nos favorezca, ya que el ejército enemigo es en verdad muy numeroso.
El sabio, se quedó en silencio unos instantes, meditó y le dijo al General Sun:
- General, toma esta sección de bambú. En su interior hay dos pequeños trozos de seda, una es de color rojo y la otra azul.
Cuando estés a punto de atacar, saca una de ellas y si sale la roja, indicará la victoria segura. Por el contrario, si sale la azul; mantente calmo, mas no enfrentes a tu adversario.
El General Sun volvió al campo de batalla y le pidió a sus tenientes que comunicaran la profecía a sus soldados, advirtiendo que pronto atacarían.
Llegado el momento, y tal como había sugerido el Sabio, el general sacó de la sección de bambú la tela roja, lo cual confirmó la victoria sobre el adversario.
Volviéndose sobre sus tropas dijo:
- El anciano sabio nos reveló el destino y éste es de victoria, el Tao está con nosotros!
Los soldados estaban confiados y a pesar de la diferencia numérica, atacaron con fuerza arrolladora al enemigo hasta conseguir la victoria.
Cuando todo hubo terminado, el gran General Sun recibió a los líderes de tropas. Uno de ellos dijo:
- En verdad el Sabio de la Montaña tenía razón, la suerte y el destino nos favoreció. Nadie cambia lo que destinado está.
- Es verdad -dijo el General Sun- mientras sacaba la seda del otro extremo del bambu, confirmando lo que él sospechaba: ambas eran rojas.
Cuentro Tradicional Chino
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