El reflejo de la vida

Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada del pueblo.
Un día, un joven se le acercó y le preguntó:

- Yo nunca he venido por estos lugares...¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?

El anciano le respondió con otra pregunta:

- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de la que vienes?

- Egoístas y malvados, por eso me he sentido contento de haber salido de allá.

- Así son los habitantes de esta ciudad, le respondió el anciano.

Un poco después, otro joven se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta:

- Voy llegando a este lugar. ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?

El anciano, de nuevo, le contestó con la misma pregunta:

- Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes? 

- Eran buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.

- También los habitantes de esta ciudad son así, respondió el anciano.

Un hombre que había llevado a sus animales  a tomar agua al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó le dijo al anciano:

- ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta hecha por dos personas? 

- Mira - le respondió, cada uno lleva el universo en su corazón. Quién no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad,  encontrará también aquí amigos leales y fieles.
Porque las personas son lo que encuentran en sí mismas. Encuentran siempre lo que esperan encontrar.


Cuento Tradicional Sufi
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Puedes hacer algo excepcional

Un aprendizaje distintitivo  lleno de resultados está hecho de una sucesión de pequeñas, específicas elecciones hechas cada día.  Hay un mundo de diferencia entre imaginar tal vida satisfactoria y realmente vivirla.  Es a través de tomar nuevas acciones que aprendemos a despertar y emplear nuestra capacidad escondida. Si tú sabes por hacer, no hay grieta entre lo que sabes y lo que haces. 
Hay algo en el camino, sin embargo.  Una parte poderosa del cerebro, la amigdala, quiere que el mundo corra en la rutina, no en el cambio.  Localizada entro del sistema límbico,  una antigua área de la mente que trata con la manera en que tú percibes y respondes al mundo, la amigdala nos urge implacablemente a favor de lo familiar y rutinario.  Desea control y seguridad, lo cual a veces puede ser vital.  Aún así los instintos de la amigdala los cuales han evolucionado a través de  miles de años, tiende a derrarmarse sobre cada aspecto de la vida y promover un perpetuo rechazo para abrazar todo lo que involucre riesgo, cambio, o crecimiento.  Tu amigdala quiere que seas lo que has sido y te quedes solamente en el camino en que estás.  
A menos que elijas conscientemente dominar esta tendencia del cerebro, estás forzado a repetir el pasado.  Una de las maneras más efectivas para salir de esta limitación del pasado, es idear simples mecanismos que te ayudarán a pararte aparte de la multitud y dirigirte a lo que aún puedes convertirte.  Un plan es una buena intención. Puede ser inspirante, pero por si mismo  usualmente no suma demasiado.  Pero una vez que tienes un claro sentido de lo que quieres, un mecanismo realmente lo trae a fructificar.
Por ejemplo, hay un simple mecanismo que vence nuestra natural resistencia a crecer o cambiar y nos ayuda a hacer lo mejor.  Todo lo que se requiere es hacer regularmente estas preguntas:
1- ¿Qué es lo más excepcional que has hecho esta semana?
2. ¿Qué es lo más excepcional que harás la semana que viene?
Puedes preguntar a cada miembro de un grupo que responda esas preguntas o puedes hacerlo solo -puedes agendar una reunión semanal contigo mismo (cada viernes por la mañana frente al espejo del baño, por ejemplo). La palabra "excepcional" se define como lo que tú quieres.  Significa simplemente, "¿En qué no te diste por vencido?"  o  "¿Cómo fuiste contra la corriente?"  o "¿Qué diferencia hiciste para la gente a tu alrededor o al mundo, en general?"   Quizás esta semana eso fue algo grande.  O quizás eso fue una palabra amable o un tarea desapercibida en casa o en el trabajo , lo que hizo que te sintieras orgulloso.  Es la intensidad lo que cuenta.  Toma un momento para reflexionar sobre tu respuesta: ¿Fue esto lo mejor que pudiste dar? ¿Hay alguna manera que pudiste haber dado algo más?



El otro 90%
Robert K. Cooper

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El que obra sin materia


Un buen caminante no deja huellas.
Un buen orador no se equivoca ni ofende.
Un buen contable no necesita útiles de cálculo.
Un buen cerrajero no usa barrotes ni cerrojos,
y nadie puede abrir lo que ha cerrado.
Quien ata bien no utiliza cuerdas ni nudos,
y nadie puede desatar lo que ha atado.
Así, el sabio que siempre ayuda a los hombres,
no los rechaza.
El sabio que siempre conserva las cosas,
no las abandona.
De él se dice que está deslumbrado por la luz.
Por esto, el hombre bueno no se considera maestro
de los hombres;
y el hombre que no es bueno estima como buenas las
cosas de los hombres.
No amar el magisterio ni la materia de los hombres,
y aparentar ignorancia, siendo iluminado,
éste es el secreto de toda maravilla.


Lao Zi
Dao De Jing, capítulo XXVII (Versión Feng)

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El destino es real

Durante el siglo IV antes del Cristo, China se encontraba en el período "Estados de Guerra". En esa época coexistían muchos estados pequeños, desgastados por batallas reiteradas.
Fue entonces cuando un general chino se vio obligado a librar una batalla contra su rival del reinado de Wei.
Cuenta la historia que el General Sun contaba con muchos menos hombres que su enemigo, lo cual hacía prever una derrota segura. Sun, a sabiendas de la fuerte creencia de sus soldados en la fuerza del Tao, decidió consultar al "Sabio de las Montañas del Oriente"
Al llegar, Sun lo saludo con una gran deferencia diciendo:

- Gran Maestro, tú que todo lo sabes y que el cielo y la tierra te escuchan, te ruego humildemente que me des tu consejo por la batalla que estoy a punto de entablar. También solicito que realices rituales para que el Tao nos favorezca, ya que el ejército enemigo es en verdad muy numeroso.

El sabio, se quedó en silencio unos instantes, meditó y le dijo al General Sun:

- General, toma esta sección de bambú. En su interior hay dos pequeños trozos de seda, una es de color rojo y la otra azul.
Cuando estés a punto de atacar, saca una de ellas y si sale la roja, indicará la victoria segura. Por el contrario, si sale la azul; mantente calmo, mas no enfrentes a tu adversario.

El General Sun volvió al campo de batalla y le pidió a sus tenientes que comunicaran la profecía a sus soldados, advirtiendo que pronto atacarían.
Llegado el momento, y tal como había sugerido el Sabio, el general sacó de la sección de bambú la tela roja, lo cual confirmó la victoria sobre el adversario.

Volviéndose sobre sus tropas dijo:
- El anciano sabio nos reveló el destino y éste es de victoria, el Tao está con nosotros!

Los soldados estaban confiados y a pesar de la diferencia numérica, atacaron con fuerza arrolladora al enemigo hasta conseguir la victoria.

Cuando todo hubo terminado, el gran General Sun recibió a los líderes de tropas.  Uno de ellos dijo:

- En verdad el Sabio de la Montaña tenía razón, la suerte y el destino nos favoreció. Nadie cambia lo que destinado está.

- Es verdad -dijo el General Sun- mientras sacaba la seda del otro extremo del bambu, confirmando lo que él sospechaba: ambas eran rojas.


Cuentro Tradicional Chino
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