Los problemas nos hacen crecer

Lo único que limita nuestros logros, es la idea de que no seamos capaces de lograrlo. No es novedad para nadie el hecho de que quienes dicen que pueden, pueden; y quienes dicen que no pueden, no pueden. Las limitaciones que nos pongamos son responsabilidad nuestra. Desechar las etiquetas que nos colgamos es el primer paso hacia una vida feliz. Siempre que dudemos de nuestra capacidad para lograr algo, vale la pena evaluar los obstáculos que otros han superado. Lo que cuenta no es dónde empiezas, sino donde decides terminar. Las desventajas son una bendición si optamos por verlas como tales, y las utilizamos como incentivos para mejorar cada vez más.
Continuamente nos topamos con grandes oportunidades bajo el magistral disfraz de un problema sin solución. Tenemos la capacidad para resolver problemas y para descubrir nuevos métodos para hacer cosas. Los problemas son parte integral del mundo y nos mueven a aprender, a experimentar, a ponernos en acción. Lo singular de los seres humanos es que podemos experimentar mucho más que las demás criaturas. Podemos crear de la nada. El hecho de que seamos seres humanos implica problemas, pero también supone que podamos amar, reír, llorar, intentar algo, caer, levantarnos. Quien piensa positivamente afirma que un problema es sólo una oportunidad para aprender.
Los jóvenes salen a la vida con un ímpetu maravilloso e incansable. Algunos de los mayores retos en tu vida tuvieron lugar en tus años mozos, ¡y lo lograste!. Por alguna razón, quienes de niños fueron conquistadores temerarios, de adultos son extremadamente miedosos, tan tímidos que el menor de los propósitos les parece un monstruo invencible.
¿No es absurdo el hecho de que se espere más de los niños que de los adultos? A los niños les damos a entender que más les vale actuar de manera correcta o tendrán que atenerse a las consecuencias. ¡Desafortunadamente muchos adultos no reciben esta misma advertencia! En determinada etapa de sus vidas, algunos adultos engendran la idea de que la vida automáticamente debe recompensarlos por no haber hecho ningún esfuerzo. ¡No deberíamos los adultos ser exigentes con nosotros mismos, como lo somos con los niños, y preguntarnos qué hemos aprendido en los últimos doce meses o qué no hicimos el año pasado que en éste si podemos hacer. Los problemas nos hacen crecer.


Andrew Matthews
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