Considero que la actitud es más importante que los hechos, y lo admirable es que día a día es nuestra la elección de la actitud que asumiremos en respuesta a toda situación.
No podemos cambiar nuestro pasado, no podemos cambiar el hecho de que la gente actúe como actúa, no podemos cambiar lo inevitable. Lo único que podemos hacer es tocar la única cuerda que tenemos: nuestra actitud.
La vida está constituida por un 10% de lo que nos ocurre y un 90% de como reacionamos ante ello. En todo momento somos responsables por nuestra actitud. La actitud es lo que nos mantiene funcionando o lo que nos impide avanzar.Alimenta nuestro fuego o nos destroza la esperanza.
Convivimos tanto con la angustia, el dolor, la soledad, el temor, la bronca etc como con el humor, la alegría,el amor, las sorpresas, los afectos...
Uno, siempre uno, será el que finalmente decida con que quiere convivir.
Ejemplo: El oro para ser purificado debe pasar por el fuego y el ser humano necesita pruebas para pulir su carácter. Pero lo más importante es: cómo reaccionamos frente a las pruebas.
No podemos cambiar nuestro pasado, no podemos cambiar el hecho de que la gente actúe como actúa, no podemos cambiar lo inevitable. Lo único que podemos hacer es tocar la única cuerda que tenemos: nuestra actitud.
La vida está constituida por un 10% de lo que nos ocurre y un 90% de como reacionamos ante ello. En todo momento somos responsables por nuestra actitud. La actitud es lo que nos mantiene funcionando o lo que nos impide avanzar.Alimenta nuestro fuego o nos destroza la esperanza.
Convivimos tanto con la angustia, el dolor, la soledad, el temor, la bronca etc como con el humor, la alegría,el amor, las sorpresas, los afectos...
Uno, siempre uno, será el que finalmente decida con que quiere convivir.
Ejemplo: El oro para ser purificado debe pasar por el fuego y el ser humano necesita pruebas para pulir su carácter. Pero lo más importante es: cómo reaccionamos frente a las pruebas.
Una historia: Una joven se lamentaba de tener un problema tras otro. Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro tazón. Coló el café y lo puso en un tercer tazón. Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?". "Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?" El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua fuerte, dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua. "¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?. ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?"
Autor Desconocido
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