El personaje




El Personaje es nuestro Ego, el protagonista. Funcionamos viéndonos, haciendo coincidir la escena interior con la exterior creada Así nos gustamos.
Se trata de un montaje teatral. También intentamos seducir y convencer. Esta construcción nos produce el placer y la seguridad de creer que estamos manejando el ambiente, la situación, la “realidad”. A esto se refiere la auto-imagen. Luego quedan los retoques, las quejas, las críticas… y en este juego buscamos una autoestima sostenida por alfileres.
Escena tras escena, transcurre la existencia… aunque nada tenga que ver con la vida.


Colección Daidoji
Templo del Gran Camino

Como meditar - Parte 3

Ser o Parecer


En el siglo XV vivió el monje más famoso de todo Japón, Ikkyu, hijo ilegítimo del centésimo emperador. El príncipe de la provincia decidió dar una gran fiesta y le dijo a Ikkyu que le reservaba un lugar a su lado.
Ikkyu apareció vestido de mendigo y fue expulsado por el príncipe. Volvió con buenas vestimentas, se las quitó y las dejó en la silla.

-“¿Qué estás haciendo?” preguntó el príncipe.

-“Te había entendido mal, pensaba que me habías invitado a mí, pero invitaste a mi vestimenta, así que aquí la dejo” respondió Ikkyu.



Si crees que tú eres tu mente, estás equivocado


La mente es un instrumento soberbio si se usa correctamente. Sin embargo, si se usa de forma inapropiada, se vuelve muy destructiva. Para decirlo con más precisión, no se trata tanto de que usas la mente equivocadamente: por lo general no la usas en absoluto, sino que ella te usa a ti. Ésa es la enfermedad. Crees que tú eres tu mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de ti.
Es como si estuvieras poseído sin saberlo, y crees que la entidad posesora eres tú.
LA LIBERTAD COMIENZA cuando te das cuenta de que no eres la entidad posesora, el pensador. Saberlo te permite examinar la entidad. En el momento en que empiezas a observar al pensador, se activa un nivel de conciencia superior.



Entonces empiezas a darte cuenta de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del pensamiento, y de que el pensamiento sólo es una pequeña parte de esa inteligencia. También te das cuenta de que todas las cosas verdaderamente importantes —la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna— surgen de más allá de la mente.
Empiezas a despertar.



Eckhart Tolle
Practicando el poder del ahora

¿Dormido o despierto?


¿Se puede decir que en estos últimos días no te has sentido como un hombre libre y feliz, sin problemas ni preocupaciones? ¿no te has sentido así? Pues estás dormido. ¿Qué ocurre cuando estás despierto? No cambia nada, todo sigue igual, pero tú eres el que ha cambiado para entrar en la realidad. Entonces lo ves todo claro.

Le preguntaron a un maestro oriental sus discípulos: "¿Que te ha proporcionado la Iluminación?. Y contestó: "Primero tenía depresión y ahora sigo con la misma depresión, pero la diferencia está en que ahora no me molesta la depresión".

Estar despierto es aceptarlo todo, no como ley, como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación. Aceptarlo todo por que lo ves claro y ya nada ni nadie te puede engañar. Es despertar a la luz.
El dolor existe, y el sufrimiento sólo surge cuando te resistes al dolor. Si tu aceptas el dolor, el sufrimiento no existe.
El dolor no es inaguantable, por que tiene un sentido comprensible en donde se remansa.
Lo inaguantable es tener el cuerpo aquí y la mente en el pasado o en el futuro.
Lo insoportable es querer distorsionar la realidad que es inamovible. Eso sí que es insoportable. Es una lucha inútil como es inútil su resultado: el sufrimiento. No se puede luchar por lo que no existe.
No hay que buscar la felicidad en donde no está y tomar la vida por lo que no es vida, porque entonces estaremos creando un sufrimiento que sólo es el resultado de nuestra ceguera y, con él, el desasosiego, la congoja, el miedo, la inseguridad... Nada de esto existe sino en nuestra mente dormida. Cuando despertemos, se acabó.




Anthony de Mello
Auto liberación interior

¿Es real la realidad?




Toda decisión se basa en una idea subjetiva de lo que para ti es real. Pero ¿cuándo fue la última vez que te dejaste caer por la madriguera de tus suposiciones sobre la realidad? Hicimos esta pregunta a unos cuantos científicos. En su respuesta, el doctor David Albert menciona cómo y por qué la contestamos todos los días:
Si me levanto por la mañana y, de repente, decido tomarme muy en serio la presunción (que seguramente es cierta) de no estar seguro de que mis ojos funcionen correctamente, entonces, a juzgar por lo que yo sé, junto a mi cama podría haber un precipicio o algo semejante, aunque parezca que hay un suelo firme. Si fuera incapaz de ordenar esas posibilidades en función del grado de probabilidad que les asigno, ¡no saldría de la cama! Creo que me quedaría paralizado, en el sentido literal del término.
Una hipótesis es que realmente hay un suelo, que es lo que estoy viendo. Otra hipótesis es que el hecho de que esté viendo el suelo sea una alucinación y que lo que hay es un precipicio. Cuando te levantas de la cama por la mañana, apoyas una de las hipótesis porque te parece más probable que la otra. Así es como solemos actuar normalmente en la vida.
Cuando apoyamos la realidad que nos presentan los ojos, en ese momento estamos contestando la pregunta que se cierne sobre nosotros: ¿qué es la realidad? La mayoría de la gente cree que la realidad es lo que los sentidos proyectan ante nosotros. Y la ciencia, desde luego, ha apoyado esa visión durante cuatrocientos años: si no percibimos algo a través de los cinco sentidos (o de sus extensiones), no es real.
Sin embargo, esa "realidad" se muestra de una manera si la miramos con los ojos y de otra muy diferente si la miramos más detenidamente, en profundidad, con un microscopio o un desintegrador de átomos; entonces, se vuelve completamente distinta, irreconocible.
¿Y los pensamientos? ¿son parte de la "realidad"? Mira a tu alrededor. Hay ventanas, sillas, luces y este escrito. Probablemente pensabas que todas esas cosas eran reales. Todas estaban precedidas por una "idea" de ventana o de silla. Alguien ideó esas ventanas y sillas y las creó. Así pues, si lo último es real, ¿es también real la idea? La mayoría de la gente cree que los pensamientos y las emociones son reales; ahora bien, cuando los científicos exploran la "realidad" evitan cuidadosamente hablar de cosas semejantes.



Arntz, Chasse y Vicente
Y tú que sabes?

Libertad o Dependencia




Hay dos tipos de deseos o de dependencias: el deseo de cuyo cumplimiento depende mi felicidad y el deseo de cuyo cumplimiento no depende mi felicidad.
El primero es una esclavitud, una cárcel, pues hago depender de su cumplimiento, o no, mi felicidad o mi sufrimiento. El segundo deja abierta otra alternativa: si se cumple me alegro y, si no, busco otras compensaciones. Este deseo te deja más o menos satisfecho, pero no te lo juegas todo a una carta. Pero existe una tercera opción; hay otra manera de vivir los deseos: como estímulos para la sorpresa, como un juego en el que lo que más importa no es ganar o perder, sino jugar.
Hay un proverbio oriental que dice: Cuando el arquero dispara gratuitamente, tiene con él toda su habilidad. Cuando dispara esperando ganar una medalla de bronce, ya está algo nervioso. Cuando dispara para ganar una medalla de oro, se vuelve loco pensando en el premio y pierde la mitad de su habilidad, pues ya no ve un blanco, sino dos. Su habilidad no ha cambiado pero el premio lo divide, pues el deseo de ganar le quita la alegría y el disfrute de disparar. Quedan apegadas allí, en su habilidad, las energías que necesitaría libres para disparar. El deseo del triunfo y el resultado para conseguir el premio se han convertido en enemigos que le roban la visión, la armonía y el goce.
El deseo marca siempre una dependencia. Todos dependemos, en cierto sentido, de alguien (el panadero, el lechero, el agricultor, etc., que son necesarios para nuestra organización). Pero depender de otra persona para tu propia felicidad es, además de nefasto para ti, un peligro, pues estás afirmando algo contrario a la vida y a la realidad. Por tanto, el tener una dependencia de otra persona para estar alegre o triste es ir contra la corriente de la realidad, pues la felicidad y la alegría no pueden venirme de fuera, ya que están dentro de mí. Sólo yo puedo actualizar las potencias de amor y felicidad que están dentro de mí y sólo lo que yo consiga expresar desde esa realidad mía, me puede hacer feliz. Pues lo que me venga desde afuera podrá estimularme más o menos, pero es incapaz de darme ni una pizca de felicidad.



Anthony de Mello
Autoliberación interior

Cuando tenga tiempo libre ...


No digas 'Cuando tenga tiempo libre voy a estudiar', porque puede ser que nunca tengas ese tiempo libre". Hillel (Avot 2:4*) Esto es un aviso a los líderes muy ocupados y a cualquiera preocupado por sus actividades. Cuando él encuentra un poco de tiempo libre no dejemos que diga: "¿Qué puedo aprender en tan poco tiempo? Cuando tenga un descanso más largo me sentaré a estudiar". Ese descanso puede no llegar jamás y mientras tanto esos quince minutos, una pequeña porción de tu vida que forma parte de una larga cadena de esos momentos, se perdieron para siempre.

http://www.judaismohoy.com



*El Tratado de los Principios (en hebreo denominado Masejet Avot o Pirkei Avot) constituye una obra única en su género dentro del vasto cuerpo de literatura sagrada judía. Forma parte de la Mishná, aunque no encarna un compendio de pronunciamientos legales. Este tratado -Avot- tiene su origen en la revelación divina que tuvo lugar en el Sinaí, igual que el resto de la Mishná y posee un propósito fundamentalmente ético. Ello lo sitúa en el contexto de los deberes éticos que el ser humano debe esforzarse por actualizar en su vida. Acerca del valor intrínseco de esta obra los Sabios señalaron: "El hombre que desee convertirse en una persona devota, que cumpla lo que se dice en el tratado de Avot".