La tensión puede clasificarse siguiendo varios criterios.
Por su duración
a) Tensión aguda.- Es la que se manifiesta en un momento dado como resultado de una situación nueva, especial, que pone a prueba la capacidad de adaptación de la persona ante dicha situación.
b) Tensión crónica.- Es producto de una problemática interior planteada en el individuo desde mucho tiempo atrás, y que hace que en cada situación actual la persona reaccione no de acuerdo con la situación presente, sino en virtud del antiguo malestar interior.
Atendiendo a sus causas, la tensión es siempre producto de un esfuerzo interior que el sujeto ha de hacer para ponerse a la altura de las circunstancias. Este esfuerzo puede proceder, como ya hemos indicado, de las cuatro causas siguientes:
a) Por el aumento de las exigencias externas.- Más trabajo, mayor responsabilidad, problemas profesionales, peligros físicos, sociales, etc. Obligan al sujeto a emplearse con mayor rendimiento, a dar más de sí.
b) Por la disminución de las capacidades del sujeto.- Esto puede ser motivado principalmente por tres factores:
I. Problemas internos, preocupaciones y otras causas de tipo psicológico.
II. Por enfermedad. Especialmente por las enfermedades no manifiestas, solapadas; el sujeto no se da cuenta exactamente de su existencia, pero nota que algo no va bien, le cuesta más que antes hacer las cosas.
III. La edad. Llega un momento en el que inevitablemente se plantea el mismo problema. La avanzada edad causa una disminución en la capacidad de rendimiento activo, por lo menos en aquellos rendimientos que se basan de algún modo en el esfuerzo físico, en la energía vital. Las actividades de orden intelectual a veces se ven menos afectadas por esta curva involutiva de la edad. Pero, como la mayor parte de las personas realizan trabajos mixtos en los que una cosa se apoya en la otra, cuando declina la vitalidad, el individuo se encuentra disminuido no sólo en su energía física, sino también en su empuje para afrontar nuevas situaciones, en su capacidad de lucha, en su tendencia reactiva, sin hablar de otros varios problemas que crea el envejecimiento.
Es una situación que no se ha de considerar sólo en el anciano, sino en toda persona a partir de cierta edad. La vejez consiste elementalmente en pérdida de líquido, la persona se va secando, va perdiendo su componente endo. Las funciones del endo son las de asimilación y adaptación, es el elemento plástico que permite transformarse interiormente, adaptarse. Pierde, pues, facilidad de adaptación, de memoria, facilidad para asimilar nuevas ideas, nuevas costumbres, nuevas actitudes. Por un lado decrecen sus fuerzas y por otro, la capacidad de asimilar interiormente nuevas formas. Por eso tiende a refugiarse en sus actitudes tradicionales, que le salen de un modo automático y le exigen menos esfuerzo. Todo intento de adaptarse a nuevas formas y costumbres, e incluso el intentar mantener el mismo ritmo de trabajo que le era habitual, le exige enormes esfuerzos que son causa de una dolorosa y dramática tensión.
c) Por el aumento de las exigencias internas del sujeto. Cada fase de desarrollo o madurez psicológica lleva consigo nuevas exigencias y valoraciones del mundo exterior, con lo que se produce un estado de tensión hasta que la persona consigue estabilizarse en el nuevo nivel alcanzado.
d) Por la disminución de las posibilidades del ambiente. Es típico el caso de las crisis económicas y laborales, la escasez de comida, en tiempo de guerra, etc. Todo déficit de suministro de lo que puede satisfacer las necesidades básicas, crea también un estado agudo de tensión.
Antonio Blay - La Personalidad creadora
Por su duración
a) Tensión aguda.- Es la que se manifiesta en un momento dado como resultado de una situación nueva, especial, que pone a prueba la capacidad de adaptación de la persona ante dicha situación.
b) Tensión crónica.- Es producto de una problemática interior planteada en el individuo desde mucho tiempo atrás, y que hace que en cada situación actual la persona reaccione no de acuerdo con la situación presente, sino en virtud del antiguo malestar interior.
Atendiendo a sus causas, la tensión es siempre producto de un esfuerzo interior que el sujeto ha de hacer para ponerse a la altura de las circunstancias. Este esfuerzo puede proceder, como ya hemos indicado, de las cuatro causas siguientes:
a) Por el aumento de las exigencias externas.- Más trabajo, mayor responsabilidad, problemas profesionales, peligros físicos, sociales, etc. Obligan al sujeto a emplearse con mayor rendimiento, a dar más de sí.
b) Por la disminución de las capacidades del sujeto.- Esto puede ser motivado principalmente por tres factores:
I. Problemas internos, preocupaciones y otras causas de tipo psicológico.
II. Por enfermedad. Especialmente por las enfermedades no manifiestas, solapadas; el sujeto no se da cuenta exactamente de su existencia, pero nota que algo no va bien, le cuesta más que antes hacer las cosas.
III. La edad. Llega un momento en el que inevitablemente se plantea el mismo problema. La avanzada edad causa una disminución en la capacidad de rendimiento activo, por lo menos en aquellos rendimientos que se basan de algún modo en el esfuerzo físico, en la energía vital. Las actividades de orden intelectual a veces se ven menos afectadas por esta curva involutiva de la edad. Pero, como la mayor parte de las personas realizan trabajos mixtos en los que una cosa se apoya en la otra, cuando declina la vitalidad, el individuo se encuentra disminuido no sólo en su energía física, sino también en su empuje para afrontar nuevas situaciones, en su capacidad de lucha, en su tendencia reactiva, sin hablar de otros varios problemas que crea el envejecimiento.
Es una situación que no se ha de considerar sólo en el anciano, sino en toda persona a partir de cierta edad. La vejez consiste elementalmente en pérdida de líquido, la persona se va secando, va perdiendo su componente endo. Las funciones del endo son las de asimilación y adaptación, es el elemento plástico que permite transformarse interiormente, adaptarse. Pierde, pues, facilidad de adaptación, de memoria, facilidad para asimilar nuevas ideas, nuevas costumbres, nuevas actitudes. Por un lado decrecen sus fuerzas y por otro, la capacidad de asimilar interiormente nuevas formas. Por eso tiende a refugiarse en sus actitudes tradicionales, que le salen de un modo automático y le exigen menos esfuerzo. Todo intento de adaptarse a nuevas formas y costumbres, e incluso el intentar mantener el mismo ritmo de trabajo que le era habitual, le exige enormes esfuerzos que son causa de una dolorosa y dramática tensión.
c) Por el aumento de las exigencias internas del sujeto. Cada fase de desarrollo o madurez psicológica lleva consigo nuevas exigencias y valoraciones del mundo exterior, con lo que se produce un estado de tensión hasta que la persona consigue estabilizarse en el nuevo nivel alcanzado.
d) Por la disminución de las posibilidades del ambiente. Es típico el caso de las crisis económicas y laborales, la escasez de comida, en tiempo de guerra, etc. Todo déficit de suministro de lo que puede satisfacer las necesidades básicas, crea también un estado agudo de tensión.
Antonio Blay - La Personalidad creadora
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