Culpar a otros


Es fácil culpar a otros por nuestras decepciones en la vida. Ese es un patrón común a muchos antes de embarcarse conscientemente en un camino espiritual. Sin embargo, después de un breve tiempo descubrimos que ya no podemos culpar a los demás. Cualquiera que sea la escuela de aprendizaje a la cual adherimos en nuestro desarrollo, iremos aprendiendo a no culpar a nadie más, sin importar cuán traumático pudo haber sido el abuso de otros hacia nosotros. En lugar de eso, tenemos que mirar a nuestra desgracia como una bendición, aprender de ella, y seguir adelante con nuestras vidas.



Esto suena bastante fácil, pero lograrlo no es siempre tan simple. Ayuda para comprender que tal vez nosotros atrajimos e incluso pedimos esas desafortunadas situaciones para poder aprender a creer en nosotros mismos un poco más. A fin de desarrollar una cualidad particular del alma, el asunto tiene que ser forzado sobre nosotros. Si hubiéramos nacido en una familia cariñosa, -por ejemplo- no habría necesidad de trabajar sobre nuestra autoestima. Los miembros de la familia siempre serían amorosos y nos apoyarían. A menudo es sólo cuando estamos "contra la pared" que hacemos un esfuerzo para cambiar.
Imaginemos que llevamos nuestra historia con nosotros. En nuestra mente hay un registro de todo lo que hemos dicho, pensado, o hecho alguna vez. Este registro actúa como un ordenador que transmite mensajes al universo, diciéndole que nos envíe lo que sea necesario para nuestro crecimiento. Lo que vuelve a nosotros puede venir en forma de experiencias de todo tipo. No importa si parecen positivas o negativas, todo se considera aprendizaje. No hay juicio en cuestión. La computadora no dice: "Ahora tú necesitas una mala experiencia." Simplemente nos da lo que necesitamos para equilibrar la balanza y nos mantiene constantemente en nuestro camino. Si nos desviamos, de vez en cuando nos dará otra experiencia para traernos de vuelta al medio de la ruta que nos conduce a la montaña.



Jill Downs
The Awakening of the Heart

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