Centrar la mente es vital en el descubrimiento de uno mismo. Sin disciplina mental y sin control, la vida es una batalla perdida. Es como tener 40 pollos en un camión y que estén todo el rato revoloteando por allí dentro. Hay plumas por todos lados, y se produce una conmoción tremenda. De algún modo tienes que sentarlos en filas y mantenerlos quietos.Centrar la mente es una disciplina que haces en estado de vigilia y también en estado meditativo. Cuando estás despierto es mayormente un asunto de entrenamiento, el mantenerte observando la vida más que reaccionando a ella. La mente, percibiendo a través de los cinco sentidos, está programada para reaccionar. Así que alguien dice algo y la mente, indómita, responde, a veces de manera obvia, otras más sutilmente: enfado, felicidad, alegría, frustración, lo que sea.Entrénate en no reaccionar. Necesitas tomar distancia, no implicarte. Acción: no reacción. Tienes que comprar la solución en la vida, no la emoción. Aprender a ser un observador de la vida y un observador de ti mismo. Stuart Wilde33 pasos para reclamar tu poder interior
Centrar la mente es vital en el descubrimiento de uno mismo. Sin disciplina mental y sin control, la vida es una batalla perdida. Es como tener 40 pollos en un camión y que estén todo el rato revoloteando por allí dentro. Hay plumas por todos lados, y se produce una conmoción tremenda. De algún modo tienes que sentarlos en filas y mantenerlos quietos.Centrar la mente es una disciplina que haces en estado de vigilia y también en estado meditativo. Cuando estás despierto es mayormente un asunto de entrenamiento, el mantenerte observando la vida más que reaccionando a ella. La mente, percibiendo a través de los cinco sentidos, está programada para reaccionar. Así que alguien dice algo y la mente, indómita, responde, a veces de manera obvia, otras más sutilmente: enfado, felicidad, alegría, frustración, lo que sea.Entrénate en no reaccionar. Necesitas tomar distancia, no implicarte. Acción: no reacción. Tienes que comprar la solución en la vida, no la emoción. Aprender a ser un observador de la vida y un observador de ti mismo.Stuart Wilde33 pasos para reclamar tu poder interior
"Los Vedas hablan del pájaro homa, que vive alto en el cielo y allí, en el aire, pone sus huevos. Tan pronto como es puesto, el huevo comienza a caer; pero está tan alto que continúa descendiendo por días y días. A medida que cae se está empollando hasta que nace. Abre sus ojos; sus alas crecen. Inmediatamente se da cuenta de que está cayendo y que terminará estrellándose contra el suelo. Entonces, al momento, impulsa su vuelo hacia arriba, alto en el cielo, donde está su madre."Citado en El Evangelio de Ramakrshna
"Esto que aquí expongo son mis opiniones e ideas. Yo las expongo como las veo y las creo atinadas, no como cosa incontrovertible y que debe creerse a pies juntillas. No busco otro fin que el de trasladar al papel lo que dentro de mí siento y que acaso será distinto mañana si enseñanzas nuevas modifican mi ser y declaro que ni deseo ni tengo autoridad bastante para ser creído, reconociéndome como me reconozco muy mal instruido para enseñar a los demás" Montaigne.Un hermoso y humilde reconocimiento de nuestra limitación y finitud. ¿Se justifica que nos aferremos con tanto fuerza a nuestras convicciones (que no son más que opiniones) hasta el punto de juzgar como imbéciles o malvados a quienes no las comparten? Es muy fácil darnos cuenta de lo distinto que seríamos si hubiésemos nacido en otro lugar, en otro tiempo, en otra familia o recibido otra educación. ¿Sería como soy, pensaría como pienso? Si mi vida hubiese empezado en una familia sumeria del IV milenio antes de Cristo? ¿Cuánto hay de azar en lo que llamo mi yo, mi personalidad, mis principios, los libros que llegaron a mis manos, los amigos que tuve, los maestros que me educaron? ¿Qué llegaré a ser después de leer este libro que acabo de comprar? Reflexiones de este tipo nos permitirían comprendernos mejor a nosotros mismos y ser más tolerantes con los demás. Montaigne, que era un hombre lúcido, lo sabía. Por eso no estaba ciegamente enamorado de sí mismo, de su visión del mundo y de sus convicciones. Hugo E. Bella