Hacia los años treinta, dos célebres hombres en Oriente lograron fotografiar las vibraciones del pensamiento. Lo lograron, a través de muros de acero, en un experimento que ha sido repetido muchas veces desde entonces. Tal vez más importante: encontraron que cuanto más cargado de emoción estaba un pensamiento, ¡más clara se veía la imagen! Fueron quizá los primeros en demostrar que existe energía magnética dentro de nuestros pensamientos, y que nuestras emociones son impulsadas por los pensamientos. Entonces, debido a que las ondas de vibración (emociones) que enviamos están cargadas magnéticamente, somos literalmente imanes vivos, y atraemos constantemente cualquier cosa que esté en la misma frecuencia de longitud de onda.
Cuando nos sentimos bien, con el ánimo en alto, llenos de alegría y gratitud, nuestras emociones envían vibraciones de alta frecuencia, que atraerán lo bueno hacia nosotros; es decir, cualquier cosa que coincida con lo que estamos enviando. Lo semejante atrae lo semejante. En cambio, cuando experimentamos cualquier cosa que no nos cause satisfacción, como temor, preocupación, culpa, o hasta un pequeño disgusto, enviamos vibraciones de baja frecuencia. Somos generadores de vibraciones, por tanto, somos los imanes, la causa.
Ha llegado el momento de despertar ante el hecho de que somos seres electromagnéticos y de que vamos por la vida con esa abrumadora capacidad de magnetizar (atraer) hacia nuestra vida todo cuanto deseamos, con sólo controlar los sentimientos que provienen de nuestros pensamientos.
Lynn Grabhorn
Disculpa, tu vida te está esperando