En el silencio indescriptible se mece el más sabio de los consejos, la palabra más dulce, la verdad más pura, la simiente eterna. Es en el camino del silencio donde se construyen las grandes bases, los más fuertes cimientos, los más elementales pensamientos que trasmiten la paz de los tiempos. Las acciones más nobles son las que nacen del silencio.
Cada palabra sin pronunciar es doblemente poderosa si nace del silencio con que se manifiesta el pensamiento. El silencio es la llave para detener las ambiciones, los ímpetus, las energías desbordadas, la obscenidad y la arrogancia -que la palabra-, el sentido y la racionalidad pretenden contener abocados a la imprecisión, la ineficacia y el fracaso. El silencio nutre el pensamiento porque es su esencia.
La tristeza se lleva mejor en el silencio porque las emociones intensas son de origen personal. Nadie siente lo mismo, ni con la misma intensidad, por ello no es posible sentir igual. Sólo es posible sentir en silencio y en soledad. El silencio y la soledad son complementos. La soledad es el silencio del alma y el silencio es la soledad de las palabras. La palabra es un don tan hermoso que es mejor dejarla ir solo cuando es estrictamente necesario. El silencio es la voz del corazón hablando contigo. Es lo que expresa tu corazón. Por eso hay que escuchar lo que dice el corazón en silencio y solo entonces si fuese necesario dejar al corazón expresar con el verbo. Lo que se dice pocas veces es igual a lo que se siente. Una hermosa enseñanza es la que nos cuenta el origen del eco. El eco fue creado para que permanentemente recuerdes que lo que dices siempre regresará a ti.
Hubo un tiempo en que las grandes batallas se pelearon usando la palabra. Eran palabras como flechas y dardos envenenados que causaban desolación, muerte y llanto. Un día en que los pueblos estaban casi exterminados, se reunieron y decidieron pedir ayuda y consejo al viejo maestro de la montaña. Tres gobernantes marcharon durante tres días y al llegar le pidieron consejo ante la inminente destrucción de su raza. El anciano parecía no escuchar el pedido de los gobernantes. Sólo observaba el infinito a través de sus ojos color miel. Uno de ellos llenándose de furia incontenible lanzó una palabra mortal hacia el maestro de la montaña. Después de proferirla al cabo de unos instantes la misma palabra se escuchó por tres veces más antes de que el agresor cayera abatido de inmediato a los pies de éste. Los otros dos le miraron sorprendidos y regresaron con la enseñanza de que el silencio es el mejor escudo a las palabras de ira y odio.
Desde ese instante aquél pueblo encontró en el silencio el mejor aliado, el mejor instrumento de paz, la mejor pregunta, la mejor respuesta. y sonar significó solo halo de bendiciones. De la abundancia del corazón habla la boca. Lo contrario sería tóxico, profanador e inmoral. Solo vale la pena hablar para embellecer. aliviar, apreciar...lo contrario sería mejor callar(se).
El canto cósmico del universo
Cada palabra sin pronunciar es doblemente poderosa si nace del silencio con que se manifiesta el pensamiento. El silencio es la llave para detener las ambiciones, los ímpetus, las energías desbordadas, la obscenidad y la arrogancia -que la palabra-, el sentido y la racionalidad pretenden contener abocados a la imprecisión, la ineficacia y el fracaso. El silencio nutre el pensamiento porque es su esencia.
La tristeza se lleva mejor en el silencio porque las emociones intensas son de origen personal. Nadie siente lo mismo, ni con la misma intensidad, por ello no es posible sentir igual. Sólo es posible sentir en silencio y en soledad. El silencio y la soledad son complementos. La soledad es el silencio del alma y el silencio es la soledad de las palabras. La palabra es un don tan hermoso que es mejor dejarla ir solo cuando es estrictamente necesario. El silencio es la voz del corazón hablando contigo. Es lo que expresa tu corazón. Por eso hay que escuchar lo que dice el corazón en silencio y solo entonces si fuese necesario dejar al corazón expresar con el verbo. Lo que se dice pocas veces es igual a lo que se siente. Una hermosa enseñanza es la que nos cuenta el origen del eco. El eco fue creado para que permanentemente recuerdes que lo que dices siempre regresará a ti.
Hubo un tiempo en que las grandes batallas se pelearon usando la palabra. Eran palabras como flechas y dardos envenenados que causaban desolación, muerte y llanto. Un día en que los pueblos estaban casi exterminados, se reunieron y decidieron pedir ayuda y consejo al viejo maestro de la montaña. Tres gobernantes marcharon durante tres días y al llegar le pidieron consejo ante la inminente destrucción de su raza. El anciano parecía no escuchar el pedido de los gobernantes. Sólo observaba el infinito a través de sus ojos color miel. Uno de ellos llenándose de furia incontenible lanzó una palabra mortal hacia el maestro de la montaña. Después de proferirla al cabo de unos instantes la misma palabra se escuchó por tres veces más antes de que el agresor cayera abatido de inmediato a los pies de éste. Los otros dos le miraron sorprendidos y regresaron con la enseñanza de que el silencio es el mejor escudo a las palabras de ira y odio.
Desde ese instante aquél pueblo encontró en el silencio el mejor aliado, el mejor instrumento de paz, la mejor pregunta, la mejor respuesta. y sonar significó solo halo de bendiciones. De la abundancia del corazón habla la boca. Lo contrario sería tóxico, profanador e inmoral. Solo vale la pena hablar para embellecer. aliviar, apreciar...lo contrario sería mejor callar(se).
El canto cósmico del universo
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