Un señor viaja desde un pueblo muy lejano para consultar a un rabino muy famoso. Llega a su casa y advierte, sorprendido, que los únicos muebles que dispone el sabio son un colchón en el suelo, dos bancos, una silla y una vela. El resto de la habitación está vacía.
El hombre consulta al rabino y este le contesta con verdadera sabiduría. Pero intrigado por la simplicidad del mobiliario, al final añade:
- ¿Le puedo hacer una consulta más?
- Si, desde luego.
- ¿Donde están sus muebles?
- ¿Dónde están los suyos?
- ¿Como que dónde están los míos? Yo estoy de paso – dice el hombre sin acabar de comprender.
- Yo también – le contesta el rabbino .
Autor Desconocido
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Gensha se lamentó un día ante sus seguidores:
- Otros maestros han mantenido siempre la necesidad de salvar a todo el mundo; pero supón que te encuentras con alquien que está sordo, mudo y ciego: él no podría ver tus gestos, oir tu predicación o, al mismo respecto, hacer preguntas. Incapaz de salvarle, has probado que eres un budista inútil.Preocupado por estas palabras, uno de los discípulos de Gensha fue a consultar al maestro Ummon, quien, al igual que Gensha, era un discípulo de Seppo.
- Inclínate, por favor – dijo Ummon.
El monje, aunque cogido por sorpresa, obedeció el mandamiento del maestro; luego se enderezó con la esperanza de que su interrogante fuese respondido. Pero en vez de una respuesta, Ummon le lanzó un bastón. Él dio un salto hacia atrás.
- Bueno – dijo Ummon – no estás ciego.
- Ahora acércate.
El monje hizo como se le había ordenado.
- Bien, – dijo Ummon – tampoco estás sordo. Bueno, ¿comprendes?
- ¿Comprender qué, señor?, – dijo el monje.
- Ah, tampoco estás mudo, – dijo Ummon.
Al oír estas palabras el monje despertó como de un profundo sueño.
Vayas donde vayas encontrarás personas que no pueden entender. No piensas siempre en los demás. Primero resuelve tus problemas, entonces tendrás la claridad para ayudar también a los demás.
Extraído de "Y llovieron flores, historias y enseñanzas Zen" de Osho
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Un día un hombre vio a un zorro inválido y no entendía cómo haría para estar tan bien alimentado. Decidió seguirlo y descubrió que el zorro se había instalado cerca de un lugar donde solía ir un gran león a devorar a sus presas. Cuando el león terminaba de comer y se alejaba, el zorro se alimentaba con los restos a placer.
El hombre se dijo:
- Yo quiero ser como este zorro, quiero que el destino me trata de la misma manera.
Se instaló en un pueblo y se sentó en una calle a esperar. Pasó el tiempo y no sucedió nada, excepto que cada vez estaba más hambriento y débil. Entonces, en su debido momento, escuchó una voz interior que le dijo:
- ¿Porqué quieres ser como un zorro que busca la manera de beneficiarse de otros?
- ¿No te gustaría ser como un león para que otros se beneficien de ti?
Cuento tradicional Sufí
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En el transcurso de un viaje, tres viajeros se hicieron amigos. Compartían las alegrías y las penas. No era un viaje tranquilo, pues cruzaban zonas desérticas. El agua y la comida escaseaba, y ellos intentaban racionarlas lo mejor posible. Hasta que un día se dieron cuenta de que sólo les quedaba un trozo de pan y la mitad de una bota de agua. Comenzaron a disputarse los víveres, e incluso intentaron dividirlos, pero eran tan poca cosa que ni siquiera podían fraccionarlos.
Al caer la noche, con el estómago vacío, decidieron tumbarse y dormir.
- Al despertar – dijo uno -, nos contaremos nuestros sueños. Aquel que haya tenido el sueño más hermoso propondrá su solución.
Los otros dos estuvieron de acuerdo. Se fuerron a dormir. Cuando se levantaron a la mañana siquiente contaron sus sueños.
- He aquí mi sueño – dijo el primer viajero … Me desplazaba suavemente por regiones maravillosas, tan tranquilas y bellas como ha de ser el paraíso. Allí encontré a un hombre de gran y brillante mirada que me pareció la mismísima bondad y que me dijo: “Eres tú el que merece el pan, por tu vida pasada y también por tu vida futura, que son dignas de admiración entre todos los hombres”.
- ¡Qué extraño! – se sorprendió el segundo viajero … Porque yo en mi sueño he visto mi vida pasada, he visto mi vida futura y, en esta última, que todavía no ha empezado, me he encontrado con un hombre de gran sabiduría que me ha dicho: “Eres tú quien merece el pan, bastante más que tus compañeros, porque eres más paciente e instruido. El destino te ha elegido para dirigir a otros humanos. Es esencial que estés bien alimentado”.
Entonces el tercer viajero dijo: En mi sueño no he visto nada, no he oído nada, no he dicho nada. No me he encontrado con mi vida pasada ni con mi vida futura. Ningún sabio me ha dirigido la palabra. Pero he sentido una presencia todopoderosa, irresistible, que me ha forzado a levantarme, a buscar el pan y el agua, a comer el pan y beber el agua. Y eso es lo que he hecho, amigos.
Algunos textos sufíes dicen que “vivimos en un sueño del que a veces despertamos”. Vivimos la mayoría del tiempo en la irrealidad de los sueños, los deseos y lo que nos gustaría ser.
Cuentos Sufis, la filosofía de lo simple
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Aceptación simplemente significa que haces un compromiso: “Hoy aceptaré a la gente, situaciones, circunstancias, y acontecimientos que ocurrirán.”
Eso significa que sabré que este momento es tal como debería ser. Este momento –el momento que estás experimentando ahora mismo- es la culminación de todos los momentos que has experimentado en el pasado. Este momento es tal como es porque el universo entero es tal como es. Cuando luchas contra este momento, estás realmente luchando contra el universo entero. En lugar de eso, puedes tomar la decisión que hoy no lucharás contra el universo por luchar contra este momento. Esto significa que tu aceptación de este momento es total y completo. Aceptas las cosas como son, no como tú deseas que fueran en este momento. Es importante comprender esto. Puedes desear que las cosas en el futuro sean diferentes, pero en este momento tienes que aceptar las cosas como son.
Eckhart Tolle
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Cinco cazadores hambrientos partieron a cazar un ganso. Uno era ciego, el otro cojo, el tercero sordo, el cuarto estaba desnudo y el quinto tenía una carabina sin cañones ni gatillo.Entre arbustos que no habían crecido, buscaban un ave que aún no había nacido. Marcharon y marcharon, por montes, valles y desiertos, atrevesando cimos y abismos. Cuando miraron hacia atrás para ver el camino recorrido, se dieron cuenta de que sólo habían avanzado diez centímetros.El sordo dijo:- ¡Atención, oigo el aletear de un pájaro!El ciego se puso una mano en visera y dijo:- ¡Veo venir un ganso!El que tenía una carabina sin cañones ni gatillo disparó y mató al pájaro. El cojo lo fue a buscar. El desnudo guardó el cadáver en uno de sus bolsillos.Al borde de un lago sin agua ni orillas, comezaron a fabricar una fogata con ramas de los arbustos que no habían aún brotado. Pusieron el ave en una olla sin fondo y comenzaron a cocerla en un agua que no era húmeda sobre un fuego que no alumbraba. Pero el ganso estiró el cuello y no se dejó cocer. Miraba al cielo nada más y dejaba pasar los días. Cuando se lo quisieron comer vieron que tenía la carne más dura que sus huesos. A pesar de todo, lo devoraron, pero eso no les llenó el vientre. Los cinco cazadores no sonrieron ni tuvieron placer.Aquello de lo que nos damos cuenta es sóla una mínima parte de lo que en verdad sucede. En Turquía, los viejos maestros, contaban este cuento a los niños no solamente para hacerles reir, sino también para adiestrar sus mentes infantiles.Autor Desconocido