Siete Maravillas del Mundo Budista




Documental de la BBC subtítulado al castellano.
Muestra diferentes lugares y maravillas del Budismo, en India, Nepal, Tailandia, SriLanka, HongKong, Cambodia y Los Angeles.


Un huevo




Cierta mañana Nasrudin envolvió un huevo en un pañuelo, se fue al medio de la plaza de su ciudad y llamó a los que pasaban por allí.

- ¡Hoy tendremos un importante concurso! – dijo – ¡Quien descubra lo que está envuelto en este pañuelo, recibirá de regalo el huevo que está dentro!

Se miraron, intrigados, y le dijeron:
- ¿Cómo podemos saber qué tienes dentro del pañuelo? ¡Ninguno de nosotros es adivino!

Nasrudin insistió:
- Lo que está en este pañuelo tiene un centro que es amarillo como un yema, rodeado de un líquido del color de la clara, que a su vez está contenido dentro de una cáscara que se rompe fácilmente. Es un símbolo de fertilidad, y nos recuerda a los pájaros que vuelan hacia sus nidos. Entonces, ¿quién puede decirme lo que está escondido?

Todos los habitantes pensaban que Nasrudin tenía en sus manos un huevo, pero la respuesta era tan obvia que nadie quiso pasar vergüenza delante de los otros. Se preguntaban a sí mismos: ¿Y si no fuese un huevo, sino algo muy importante, producto de la fértil imaginacón mística de los sufíes? Un centro amarillo podía significar algo del sol, el líquido a su alrededor tal vez fuese algún preparado de alquimia. No, aquel loco estaba queriendo que alquien haciera el ridículo.

El cuento relata que Nasrudin preguntó dos veces más y nadie se arriesgó a decir algo impropio. Entonces él abrió el pañuelo y mostró a todos el huevo.

- Todos vosotros sabíais la respuesta – afirmó – y nadie osó traducirla en palabras. Así es la vida de aquellos que no tienen el valor de arriesgarse: las soluciones nos son dadas generosamente por Dios, pero estas personas siempre buscan explicaciones más complicadas, y terminan no haciendo nada.


Cuentro Tradicional Sufí

Bases de la práctica de la plena consciencia



Charla en la Universidad de Penn. Phap Luu nos introduce en la práctica de la plena consciencia en nuestra vida diaria. Habla de la libertad y de parar. Esta charla fue dada durante la gira Wake Up en la costa este de los EEUU.

Bases de la práctica de la plena consciencia -Wake Up from Plum Village Online Monastery on Vimeo.

Sin miedo




Durante las guerras civiles en el Japón feudal, un ejército invasor podía barrer rápidamente con una ciudad y tomar el control. En una aldea en particular, todos huyeron momentos antes que llegara el ejército; todos excepto el maestro de Zen.
Curioso por este viejo, el general fue hasta el templo para ver por sí mismo qué clase de hombre era este maestro. Como no fuera tratado con la deferencia y sometimiento a los cuales estaba acostumbrado, el general estalló en cólera.

-¡Estúpido!, – gritó mientras alcanzaba su espada-,- ¡no te das cuenta que estás parado ante un hombre que podría atravesarte sin cerrar un ojo!

Pero a pesar de la amenaza, el maestro parecía inmóvil.

- ¿Y usted se da cuenta?, – contestó tranquilamente el maestro- ¿que está parado ante un hombre que podría ser atravesado sin cerrar un ojo?


Cuento tradicional Zen

Cortar vínculos de dependencia


Cuando el maestro se hizo viejo y enfermó, los discípulos no dejaban de suplicarle que no muriera.
El maestro les dijo:

- Si yo no me voy, ¿cómo podréis llegar a ver?

- ¿Y qué es lo que no vemos mientras tú estás con nosotros? – preguntaron ellos.

Pero el maestro no dijo ni una palabra. Cuando se acercaba el momento de su muerte, los discípulos le preguntaron:

- ¿Qué es lo que vamos a ver cuando tú te hayas ido?

Y el maestro, con una pícara mirada en los ojos, respondió:

- Todo lo que he hecho ha sido sentarme a la orilla del río y daros agua. Cuando yo me haya ido, confio en que sepáis ver el río.




Cuento de Anthony de Mello
Libro “Aplícate el Cuento” de Jaume Soler y M. Mercè Conangla

La perfección


Un día un campesino, gran experto en la agricultura, fue a ver a Dios y le dijo:

- Dios, has creado el mundo, pero no eres un campesino y no conoces los principios de la agricultura como yo. Te podría enseñar muchas cosas.

- ¿Cuál es tu consejo? – dijo Dios

El granjero le respondió:

- Dame un año y déjame que se hagan las cosas como yo quiero y veamos que pasa. Si todo funciona como creo, ya no existirá la pobreza.

Dios aceptó y le concedió al campesino un año. Éste pidió a Dios que le ayudase con las mejores condiciones posibles. Ni tormentas, ni ventarrones, ni otros peligros para el grano. Todo lo más favorable y agradable posible. El campesino estaba muy contento con el trato. El trigo crecía altísimo. Cuando quería sol, había sol; cuando quería lluvia, había tanta lluvia como hiciera falta. Ese año todo fue perfecto, ¡matemáticamente perfecto!



El trigo crecía tan alto que el granjero fue a ver a Dios y le dijo:

- ¡Mira!, tendremos tanto grano que aunque la gente no trabaja en 10 años, aun así tendremos comida suficiente.

Pero la sorpresa fue grande cuando se cosechó las plantas grandotes y no hubo grano alguno dentro de ellas. El granjero no entendió nada y preguntó a Dios:

- ¿Qué pasó?, ¿qué ha causado esta desgracia?

Dios le respondió:

- Como no hubo desafío, no hubo conflicto, ni fricción, como tu evitaste todo lo que era malo, el trigo se volvió impotente. Un poco de lucha es imprescindible. Las tormentas, los truenos, los relámpagos, son necesarios, porque sacuden el alma dentro del trigo.


Autor Desconocido

La olla de barro


Era un lechero acaudalado y que contaba con varios trabajadores en su lechería. Llamó a uno de ellos, Ashok, y le entregó una olla llena de mantequilla para que la llevase a un cliente de un pueblo cercano. A cambio le prometió algunas rupias extras.



Ashok, muy contento, colocó la olla sobre su cabeza y se puso en marcha, en tanto se decía para sí:

- Voy a ganar dos rupias. ¡Qué bien! Con ellas compraré gallinas, éstas pronto se multiplicarán y llegaré a tener nada menos que diez mil. Luego las venderé y compraré cabras. Se reproducirán, venderé parte de ellas y compraré una granja. Como ganaré mucho dinero, también compraré telas y me haré comerciante. Será estupendo. Me casaré, tendré una casa soberbia y, naturalmente, dispondré de excelente cocinero para que me prepare los platos más deliciosos, y si un día no me hace bien la comida, le daré una bofetada.

Al pensar en propinarle una bofetada al cocinero, Ashok, automáticamente, levantó la mano, provocando así la caída de la olla, que se hizo mil pedazos contra el suelo derramando su contenido. Desolado, volvió al pueblo y se enfrentó al patrón, que exclamó:

-¡Necio! ¡Me has hecho perder las ganancias de toda una semana!

Y Ashok replicó:

-¡Y yo he perdido mis ganancias de toda la vida!

El futuro es un espejismo. Éste es tu momento, tu instante. En lugar de fantasear con la mente, pon las condiciones para que la semilla pueda germinar.


Fuente: Contar Cuentos