Reduciendo el ego




Generalmente hablando, la humildad es una virtud. Usualmente indica algún grado de reducción del ego. Por supuesto, el ego puede incluso hacer gala de humildad para sus propios fines.
El orgullo tonto y la glorificación del ego son bastante reconocidos universlmente como lo opuesto a la espiritualidad. Ciertas escrituras previenen en contra de hacer exhibiciones públicas de rectitud. Una manera efectiva de cultivar tu espiritualidad y reducir tu ego es ponerte al servicio de otro. Pero evita auto engrandecerte. Presta atención y asegúrate que cuando dices tus intenciones de servir a otro, no estás realmente pretendiendo aumentar tu propio ego.
Este es un momento de la historia cuando la buena gente tiene que ofrecer y querer tomar responsabilidad para asegurar el futuro de nuestros hijos. Parafraseando a Edmund Burke: "Todo lo que el mal necesita para florecer, es que la gente buena no haga nada". Por servir a tus hermanos, estás siviendo a todo el planeta. Si la gente estuviera más preocupada por lo que ellos están contribuyendo, más que con lo que están consiguiendo, tendríamos el cielo en la tierra ahora mismo.
Más del 80 % de los recursos del mundo son consumidos por el 20% de las personas. No hay escacez de comida, esa no es la razón para el hambre. La razón para el hambre es que los recursos no son compartidos proporcionalmente. No hay escacez de nada en todo el planeta, hay una escacez de conciencia y compasión.


Tolly Burkan
Extreme Spirituality: Secret Key to Empowerment

El Sabio...




El sabio se mantiene alejado de la rivalidad,
de la codicia y de la confusión
producida por los deseos.

El sabio es feliz al vivir,
es bondadoso y armoniza con todos,
es sincero al hablar, equilibrado
y recto en el trabajo y en la vida.

Cuando acaba su obra, se retira oportunamente.
Su respiración es fresca como la de un niño,
y busca siempre beneficiar a los hombres.

El sabio es difícil de comprender,
es cauteloso como quien atraviesa
un río en invierno.

Prudente como quien tiene enemigos,
reservado como el huésped de una casa,
sencillo como la madera,
tranquilo como un valle
y profundo como las aguas de un lago.

El sabio posee poco
porque se ha olvidado de las cosas.
Su presencia es modelo para todos los hombres.
No se muestra, por eso resplandece,
No se vanagloria, por eso sobresale,
No se exalta, por eso merece elogio,
Es humilde y se mantiene íntegro.
Permanece independiente.
Aunque viva rodeado de gloria y esplendor
nunca pierde la paz.

El sabio no es impetuoso,
y nunca pierde el dominio de sí mismo.
El sabio no ofende a nadie,
y nunca halla motivo para rechazar a nadie.

El sabio es aquel que se conoce a sí mismo,
que quiere conquistarse a sí mismo,
más que conquistar a otros.
El sabio, contemplado,
no parece digno de ser mirado,
oyéndolo, no parece digno de ser escuchado.
Sin embargo, contiene en sí todas las virtudes.

El sabio parece que no hace nada y,
sin embargo, nada queda sin realizar.
El sabio hace del corazón de los demás
el suyo propio.
Con el bueno obra de forma buena,
Con el malo obra de buena forma.
El sabio se parece a un niño,
Nada ni nadie le daña.
El sabio se da cuenta de las cosas
que para los demás pasan inadvertidas,
y estima por igual las grandes y las pequeñas.

El sabio no combate, mas siempre vence,
y no teme a la muerte.
El sabio es, en fin, quien está en armonía
con la naturaleza.


Tao Te King


El instante sagrado


La atención es el momento más importante de la conciencia, es el momento de la creación en el que descubrimos el presente, es el tiempo de la sincronicidad, el tiempo de la resonancia. Uno nace de su propia muerte.



Uno nace al presente por la renuncia al pasado, al deshipotecar la vida de los condicionamientos del pasado. Tenemos la vida hipotecada con las expectativas hacia el porvenir y entonces nos perdemos el lugar de la vida que es este instante. Este instante es sagrado porque en este instante vive el ser. Allí no hay "tener", allí no hay placer, allí solamente bulle el ser y ese ser es lo que somos: potencial infinito que nos habita, Dios tan inmanente como trascendente. Ese Dios Universal se interioriza en nosotros y convierte la vida en algo mágico. Ese Dios nos humaniza y nos redime. Ese Dios permite que el reino mineral cante y baile y que el reino vegetal florezca y que el reino animal pueda sentir. Ese Dios permite que el ser humano tenga las alas del pensamiento y desde las alas del pensamiento restaure la intuición, la visión de la totalidad.

Desde esa visión de la totalidad nos unimos de nuevo en el maravilloso Camino de Regreso al Creador.


Jorge Carvajal Posadas