Los 7 principios metafísicos (o leyes)


"El cambio fundamental ocurrirá cuando el Pensador... cambie de mentalidad".

Los 7 Principios fueron escritos por Hermes Trismegisto en el antiguo Egipto. Hermes es considerado el Padre de la Sabiduría, fundador de la Astrología y descubridor de la Alquimia. Toda su enseñanza se mantuvo guardada en forma secreta para la gente y sólo fue revelada a unos pocos escogidos en aquel entonces. De allí viene el concepto de "herméticamente" guardado.
Originalmente, toda la información se transmitió de boca en boca, sin material escrito. Luego se inició la recopilación de estas enseñanzas en un conjunto de axiomas y máximas, en el libro llamado El Kybalión, escrito por tres iniciados. Muchas de las enseñanzas metafísicas también se han difundido bajo la autoría del Conde de Saint Germain, quien según aseguran los estudiosos del tema, fue una de las reencarnaciones del Maestro Hermes.
Los estudiantes y maestros herméticos modernos consideran a la Alquimia como un "arte de transmutación mental", por el cual se reemplazan pensamientos de baja naturaleza por otros más elevados. Ellos sostienen que la llamada "piedra filosofal", capaz de transmutar metales en oro, era sólo un símbolo que los antiguos tomaban para representar la transformación del hombre de "plomo" en hombre de oro". El conocimiento de las Leyes del Universo nos da la oportunidad de transformarnos a nosotros mismos y a la material que nos rodea.

Dice textualmente El Kybalión: "Los principios de la verdad" son siete:

El principio de Mentalismo
"El todo es mente, el universo es mental."

El principio de Correspondencia
"Como arriba es abajo, como abajo es arriba."

El principio de Vibración
"Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra."

El principio de Polaridad
"Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semi-verdades; todas las paradojas pueden reconciliarse."

El principio del Ritmo
"Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve, como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación."

El principio de Causa y Efecto
"Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley.

El principio de Generación
"La generación existe por doquier; todo tiene sus principios masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos."

El que comprende esto perfectamente posee la "clave mágica ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par".
El conocimiento y la puesta en práctica de los siete principios permiten al estudiante volverse un "mago" que, conociendo la "clave mágica", podrá ingresar en otra dimensión de vida.



Ética laica


El crecimiento espiritual no tiene por qué estar basado en la fe religiosa. Hablemos de la ética laica.
Creo que los métodos que sirven para acrecentar el altruismo, la solidaridad con los demás y el convencimiento de que nuestras necesidades individuales son menos importantes que las del prójimo son comunes a la mayoría de las religiones. Aunque pueden diferir en los puntos de vista filosóficos y en los ritos tradicionales, el mensaje esencial de todas las religiones es bastante parecido. Todas abogan por el amor, la compasión y el perdón, valores humanos básicos cuyas virtudes son apreciadas incluso por aquellos que no se definen como creyentes.



Puesto que nuestra existencia y bienestar son el resultado de la cooperación y las aportaciones de otros muchos, debemos desarrollar una actitud adecuada para relacionarnos con ellos. A menudo tendemos a olvidar este hecho básico: actualmente, en nuestra moderna economía global, los límites nacionales son irrelevantes. No solo los países dependen unos de otros, sino también los continentes. Nuestra interdependencia es cada vez mayor. Cuando examinamos con atención los múltiples problemas a los que se enfrenta la humanidad hoy, podemos ver que somos nosotros quienes los hemos creado. No hablo de los desastres naturales, sino de todos los conflictos, derramamientos de sangre y problemas surgidos del nacionalismo y de las barreras que el hombre ha levantado a lo largo de la historia.

Si viéramos el mundo desde el espacio, no advertiríamos en él líneas marcando el contorno de cada país y separándolo de los demás. Tendríamos ante los ojos simplemente un pequeño planeta azul. Una vez trazada la línea sobre la arena empezamos a pensar en términos de «nosotros» y «ellos». A medida que crece este sentimiento, resulta más duro distinguir la realidad de la situación. En muchos países africanos, y recientemente también en algunos países del este de Europa, como en la antigua Yugoslavia, existe ese nacionalismo estrecho de miras.

En cierto sentido, el concepto de «nosotros» y «ellos» casi ha dejado de ser relevante, ya que los intereses de nuestros vecinos son también los propios. Preocuparse por los intereses de los vecinos es en esencia preocuparse por nuestro futuro. Hoy la realidad es simple. Si hacemos daño al enemigo, nos herimos a nosotros mismos.



Dalai Lama - El arte de la compasión

Hermano Sol, Hermana Luna

CÁNTICO DEL HERMANO SOL o ALABANZAS DE LAS CRIATURAS



Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención
.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.
Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.

Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.

Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.

Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.

Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.


San Francisco de Asís

El experimento de la esperanza


El profesor Rudolf Bilz bautizó así un experimento con ratas de campo recién capturadas. Si uno de estos animales es arrojado a un barreño lleno de agua, cuyas paredes lisas no le permiten salir, a los quince minutos de nadar y agotarse, en pleno desconcierto, la rata muere a causa del stress.
En circunstancias normales, este tipo de ratas pueden nadar hasta 80 horas sin parar antes de ahogarse. De hecho, la causa de la muerte de las ratas antes mencionadas no es el esfuerzo físico, sino solamente el miedo mortal ante una situación sin salida.




Al otro día se hizo otro experimento con otra rata del mismo tipo. Ahora, después de dejar a la rata en el agua por cinco minutos, se le lanzó una tablilla por la que pudo trepar, alcanzando un blando nido. Si se lanza a esa misma rata poco después, sin la tablilla salvadora, el animal no muere de stress. Aguanta nadando en el recipiente ochenta horas, como un campeón de resistencia, hasta su total agotamiento, animada por la esperanza de que en algún momento se le vuelva a arrojar la tablilla salvadora.