
Hay una historia de los Ishayas que demuestra este punto. Los monjes eran atacados de cuando en cuando por hordas de demonios cuando estaban en profunda meditación. No importaba cuan duro trabajasen para liberase de ellos, no había escapatoria. Fue sólo cuando dejaron de juzgarlos como malvados que desaparecieron o se transformaron en ninfas celestiales o ángeles. Sólo era la interpretación que los monjes le daban a la realidad lo que les causaba dificultades. Este reconocimiento es una etapa necesaria de la evolución.
A medida que la conciencia crece, aprendemos que todo lo que viene a nosotros es nuestra propia creación, no la de otros. Con la claridad de este entendimiento, dejamos de gastar energía luchando, resintiendo o reprimiendo lo que creamos. Esto nos capacita para usar la energía de nuestros deseos para alcanzar un desarrollo mucho más rápido.
Ishayas en América del Sur
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